miércoles, 17 de agosto de 2022

Capítulo 3: La migraña de doña Sofía

Era septiembre del 74 y los señores Echevarría Martínez lo tenían todo preparadísimo para las colonias de sus hijos, Pedrito y Carlota.



Los niños estaban muy contentos, pero también algo nerviosillos…

– Estoy cardiaco, Carlota -dijo Pedrito-. Tres días fuera de casa son mucho tiempo… Ay, mamita.

– ¡Pero qué dices! Si no es nada! Y vamos todos los de clase. Además nos pondrán música de la Carrá, que me lo ha prometido la seño.

– Ah, pues nada. Ahora ya me quedo mucho más tranquilo, claro que sí -contestó su hermano con retranca.


Don Alberto, por su parte, se acababa de preparar el termo de café con leche para el trabajo y miraba sonriente a su señora, que sabía que estaba de los nervios porque no le gustaba nada estar tres semanas sin sus niños.

– Pues venga, Sofía. Subimos ya las maletas al coche y llevamos a los niños al autocar.

– Vaya dos maletas grandes que he preparado -dijo doña Sofía algo preocupada-. Es que había tantas cosas que meter…



– Tranquila, Sofía, que ya las cargaremos en el autocar. Y ellos son fuertes, mujer, podrán con ellas.



– Vamos, chicos, -dijo don Alberto- a l’aventure, como dicen los franceses. ¡Las colonias os esperan!


A los chicos les dio un poco de flojera porque eran sus primeras colonias, así que se abrazaron a su madre para coger fuerzas antes de marchar.



– Venga, amores -dijo doña Sofía con un nudo en la garganta-, que son solo tres días y os lo vais a pasar genial, ya lo veréis…


DESPUÉS DE UN RATITO…

⏳  🚗 🚍 👋😘😘😘 ⌛

Doña Sofía volvió a casa tras darse muchos besos con sus hijos y echar alguna lagrimita mientras se iba el autocar. A la vuelta estaba tristona, pero tenía mucho que hacer. Así que se puso a ello.



Limpió el baño…



Fregó el suelo de toda la casa…



Por último, cambió las sábanas.



Después se sentó un ratito delante del espejo y se cepilló la melena. Se sentía rara…



Sola, sin sus niños ni su marido en casa, tuvo tiempo para pensar un poquito en ella.


Pero tanto pensar en a dónde iba y de dónde venía, más la añoranza por la marcha de sus churumbeles de colonias, le provocó un fuerte dolor de cabeza: la terrible migraña. Doña Sofía solía sufrirlas en momentos de tensión psicológica, de esos que te remueven a fondo. También solía tenerlas cuando le venía la regla, pero este no era el caso…

– Ay, por favor, qué dolor. A ver si me quedan nolotiles en el botiquín…


Con un colocón importante y la visión borrosa, doña Sofía acertó a encontrar su fármaco de urgencia para la migraña.


Menos mal que todavía tenía alguno…



Se fue a la cocina a coger un vaso de agua para tomárselo, cuando llamaron a la puerta…

– ¿Quién será?


-Hola, mamá -saludó doña Sofía.

-Hola, cariñete, qué mala carilla haces. ¿Te encuentras bien?

-Pues no, la verdad. Tengo una migraña espantosa y me iba a tomar ahora un nolotil.



-Qué poquito me gustan a mí las medicinas, hija mía. ¿Y esto no es muy fuerte?

-Pues sí, mamá, pero es que cuando estoy así no me funciona nada más…



En estas, volvió a sonar el timbre de la puerta, como en un dejà vu…

-Vaya, ¿y quién será ahora?…


-¡Fedora! Pero qué alegría tu visita -dijo doña Sofía a su suegra.

-Sofía, querida. Haces mala cara. ¿Te encuentras mal?


-Pues sí, Fedora -contestó doña Charo-. Aquí está la niña, con una migraña infernal y que se quiere tomar un Nolotil a ver si se le pasa.

-Ah, el Nolotil. Un fármaco potente, el tal Nolotil -dijo Fedora-. A mi me deja grogui cuando lo tomo, la verdad.

-Pues sí que es fuerte -reconoció doña Sofía-, pero es que es lo único que puede con mis migrañas…


-Nenita, ¿y no estarás somatizando?… -preguntó doña Fedora mientras miraba fijamente a su nuera-. Mira que a veces una migraña es como la punta de un iceberg psicológico…

-¡Pues justo eso mismo creo yo, Fedora! -dijo doña Charo.

-Mirad, acabo de tener una idea fabulosa. Vamos a ir ahora a la consulta del doctor Carlitos Castañera, que es amigo de la familia y una eminencia. Os aseguro que es un médico de lo más completo. Es médico de familia y también psicólogo, así que lo mismo te ayuda con una otitis, que con una neurosis. Lo llamo en un plis y nos hace un huequito, ya veréis.



-Ay, Fedora, eres toda una mujer de recursos… -le dijo su consuegra admirada.


CONTINUARÁ…