Don Paco estaba aquella mañana de guardia en la tienda, trabajando duramente como cada día...
Y en estas que se fua a echar un traguito al coleto para descansar un rato...
... pero se llevó una desagradable sorpresa.
-¡Ni una triste gota! ¿Pero cómo puede ser que se acabe tan pronto? A ver si va a ser que el porrón se me ha estropeado... Me iré a casa a por el otro.
Mientras tanto, doña Sofía estudiaba con ahínco en casa de sus padres mientras su madre se hacía el bajo a una falda.
Doña Sofía se examinaría en breve para sacarse el graduado escolar y estos últimos días iba a casa de sus padres a estudiar porque se concentraba más. Estaba la pobre un pelín cardiaca, pero intentaba mantener la calma.
-Cariñete, ¿quieres que te prepare un cafetito? -le dijo su madre para animarla.
Pero antes de poder ni levantarse, hace acto de presencia el padre de doña Sofía y saluda a su hija amablemente.
-Hija mía, ¿otra vez estudiando? ¿Pero no ves que te vas a quedar ciega o algo?
Doña Charo se sulfuró y salió rauda en defensa de su hija.
-Anda, Paco, vete a la tienda y deja de dar la murga.
-Vale, vale... pero si luego se queda cegata a mí no me lloréis... Hala, me voy al súper a hacer la compra.
-¿Que vas al súper a hacer la compra?... Anda y no me hagas reír -respondió doña Charo-; comprar vino es a lo que vas tú...
Cuando se fue su marido, doña Concha miró a su hija y vio la solución a su agobio.
-Tesoro, ¿qué te parece si tomamos un cafecito y nos vamos después a la pelu para que te relajes un poco?
Su hija lo tuvo claro meridiano y sonrió.
-Me parece un plan perfecto, mamá.
Mientras tanto, en el súper estaba la clientela pero que muy entretenida...
El camarero Tobías no podía quitar ojo a la pata de Jabugo que tenía frente a los ojos;
la señorita Emilia estaba hipnotizada por los tarros de mermelada de tantos colores y sabores como había;
y Marisa, la dependienta, no podía dejar de escuchar embobada y absorta a Lupe, la vicetiple más famosa del barrio.
-Madre del amor hermoso, qué vida la tuya tan apasionante -dijo Marisa cayéndose en la silla de la emomción.
Y en estas estaban cuando aterrizó el señor Paco.
-Pero si está aquí a la famosa vedette Lupe, lo más bonito del barrio -dijo el señor Paco nada más ver a la artista.
-Señor Paco, es usted un adulador -contestó Lupe entornando los ojos-. Vicetiple, solo vicetiple...
-Qué me dice, ¡imposible!... ¡Usted solo puede ser artista principal!
-Qué amable es usted siempre, señor Paco -contestó Lupe haciéndole ojitos. Porque, sinceramente, era un verdadero misterio, pero a la vicetiple Lupe el señor Paco le parecía de lo más atractivo y exótico. Seguramente había pasado demasiado tiempo en el extranjero...
Y el señor Paco se fue a la sección de los vinos la mar de contento y pensando que estaba hecho un galán.
Allí hizo acopio, con gran celeridad, del morapio que necesitaba para el buen funcionamiento de sus articulaciones.
Antes de volver a la tienda, pensó en darse una vuelta por la peluquería de al lado a saludar. A ver si tenía también suerte y la peluquera lo veía igual de guapo.
-Hola, muy buenas -dijo-. Solo venía a saludar.
-Hola, señor Paco -dijo la peluquera-. Qué sorpresa, es usted muy amable.
-Pero si con un poco de este vino vas a trabajar la mar de agusto. El mundo coge un color especial.
-Sí, so cabezón, mira que eres pesado a veces -dijo doña Charo entrando por la puerta-. Mira que presentarte aquí con tu morapio. Anda, vete a la tienda y haz algo de caja que te conozco. Hoy tu hija y yo nos vamos a arreglar la melena y luego nos vamos a comer con Fedora.
-Vale, vale, mujer, no te "inrites".. Que yo solo quería invitarla a un vinito como gesto amistoso. ¿No ves que soy un fenómeno de las "public-releixions"?
Y después de arreglarse las melenas, doña Charo y su hija se fueron a comer una paella con doña Fedora.
-Charo, te ha quedado el pelo monísimo -dijo doña Fedora.
-Ay, Fefé... Desde que fuimos a la consulta del doctor Castaneda... ¡es que soy otra!
-Vaya, mira por donde no solo ha curado las migrañas de Sofía -rió su consuegra.
Doña Sofía estaba muy relajada y lo pasaba muy bien hablando con Greta, la peluquera, que se apuntó a la paella encantada. Era agradable poder hablar un poquito más con ella, le caía muy bien y estaba encantada de que sus hijas hubieran hecho tan buenas migas.
¡Buen provecho!
CONTINUARÁ...
Ja ja ja que peligro tiene don Paco.
ResponderEliminarMenudo es... jajajjjaja XD
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