
Los niños estaban muy contentos, pero también algo nerviosillos…
– Estoy cardiaco, Carlota -dijo Pedrito-. Tres días fuera de casa son mucho tiempo… Ay, mamita.
– ¡Pero qué dices! Si no es nada! Y vamos todos los de clase. Además nos pondrán música de la Carrá, que me lo ha prometido la seño.
– Ah, pues nada. Ahora ya me quedo mucho más tranquilo, claro que sí -contestó su hermano con retranca.

Don Alberto, por su parte, se acababa de preparar el termo de café con leche para el trabajo y miraba sonriente a su señora, que sabía que estaba de los nervios porque no le gustaba nada estar tres semanas sin sus niños.
– Pues venga, Sofía. Subimos ya las maletas al coche y llevamos a los niños al autocar.
– Vaya dos maletas grandes que he preparado -dijo doña Sofía algo preocupada-. Es que había tantas cosas que meter…
– Vamos, chicos, -dijo don Alberto- a l’aventure, como dicen los franceses. ¡Las colonias os esperan!
– Venga, amores -dijo doña Sofía con un nudo en la garganta-, que son solo tres días y os lo vais a pasar genial, ya lo veréis…
DESPUÉS DE UN RATITO…

Pero tanto pensar en a dónde iba y de dónde venía, más la añoranza por la marcha de sus churumbeles de colonias, le provocó un fuerte dolor de cabeza: la terrible migraña. Doña Sofía solía sufrirlas en momentos de tensión psicológica, de esos que te remueven a fondo. También solía tenerlas cuando le venía la regla, pero este no era el caso…
– Ay, por favor, qué dolor. A ver si me quedan nolotiles en el botiquín…
Se fue a la cocina a coger un vaso de agua para tomárselo, cuando llamaron a la puerta…
– ¿Quién será?
-Hola, mamá -saludó doña Sofía.
-Hola, cariñete, qué mala carilla haces. ¿Te encuentras bien?-Pues no, la verdad. Tengo una migraña espantosa y me iba a tomar ahora un nolotil.
-Qué poquito me gustan a mí las medicinas, hija mía. ¿Y esto no es muy fuerte?
-Pues sí, mamá, pero es que cuando estoy así no me funciona nada más…
En estas, volvió a sonar el timbre de la puerta, como en un dejà vu…
-Vaya, ¿y quién será ahora?…
-¡Fedora! Pero qué alegría tu visita -dijo doña Sofía a su suegra.
-Sofía, querida. Haces mala cara. ¿Te encuentras mal?
-Pues sí, Fedora -contestó doña Charo-. Aquí está la niña, con una migraña infernal y que se quiere tomar un Nolotil a ver si se le pasa.
-Ah, el Nolotil. Un fármaco potente, el tal Nolotil -dijo Fedora-. A mi me deja grogui cuando lo tomo, la verdad.
-Pues sí que es fuerte -reconoció doña Sofía-, pero es que es lo único que puede con mis migrañas…
-¡Pues justo eso mismo creo yo, Fedora! -dijo doña Charo.
-Mirad, acabo de tener una idea fabulosa. Vamos a ir ahora a la consulta del doctor Carlitos Castañera, que es amigo de la familia y una eminencia. Os aseguro que es un médico de lo más completo. Es médico de familia y también psicólogo, así que lo mismo te ayuda con una otitis, que con una neurosis. Lo llamo en un plis y nos hace un huequito, ya veréis.